Como cada año, una marea de peregrinos descalzos han venerado en Manila al Cristo de madera oscura con la cruz a cuestas.
Llevado a Filipinas por los españoles en el siglo XVII, al Nazareno se le atribuye la facultad de hacer milagros. Los filipinos aseguran que los que consiguen que sus pañuelos o paños toquen la cruz ven cumplidos sus deseos.
“Traje a mi nieto con parálisis cerebral y le acerqué a la imagen del Nazareno Negro, y ahora está curado. Por lo general cuando un niño tiene esta enfermedad está muy débil, pero con la misericordia del Señor, él es ahora un niño normal”, cuenta una filipina.
Antes de la procesión, el arzobispo de Manila ofició una misa. El religioso pidió a los peregrinos que recen por las víctimas del tifón Haiyan, que arrasó islas del centro del archipiélago en noviembre.