El Atlántico azota con rabia las costas del suroeste de Europa. En la ciudad francesa de Biarritz, dos personas desaparecieron el lunes engullidas por el fuerte oleaje, que causó daños en la fachada y en los cristales de su famoso casino. Aunque las autoridades han levantado este martes el nivel naranja, siguen pidiendo prudencia a la población. Más al norte, en una playa de la región de Morbihan, la tempestad ha puesto al descubierto un arsenal de obuses de la II Guerra Mundial.
El temporal también llevado el luto a las costas españolas. En Galicia, donde hay zonas en alerta roja, los equipos de salvamento han localizado el cadáver de una de las tres personas que desaparecieron el domingo tras ser golpeadas por una ola gigantesca. Se da la circunstancia de que las cuatro habían acudido al lugar para arrojar al mar las cenizas de un familiar que había fallecido recientemente.
En Portugal no tienen que lamentar víctimas mortales, pero sí graves daños materiales. Las olas de hasta diez metros de altura que barren su litoral han metido el miedo en el cuerpo a muchos de los curiosos que se han acercado a la costa para mirar y han llenado de espuma las playas y calles de varios pueblos costeros.