Decenas de miles de inmigrantes africanos se han concentrado el domingo en Tel Aviv para pedir el fin de una ley aprobada hace tres semanas por el Ejecutivo y que permite a las autoridades detenerles y encarcelarles durante un año si no tienen papeles y después ingresarles en centros de internamiento. Cerca de 300 personas han sido arrestadas desde la puesta en marcha de la norma.
“Pedimos que el Gobierno israelí haga tres sencillas cosas. Primero cancelar la nueva ley y liberar a los prisioneros. Segundo, revisar nuestras peticiones de asilo de modo limpio y transparente. Tercero, otorgar los derechos humanos básicos incluyendo el derecho a trabajar y a una asistencia sanitaria.”, explica un manifestante.
“Lo problemático”, asegura una trabajadora social y estudiante, “es que la gente que quiere derechos humanos y viene aquí, a un país democrático, para estar en un lugar seguro, es encarcelada, tratada como prisioneros, como un cáncer, algunos en Israel les llaman cáncer.”
En total unos 60.000 africanos, procedentes en su mayoría de Eritrea y Sudán, han llegado a Israel desde 2006. El primer ministro Benjamin Netanyahu insiste en que “no son refugiados sino gente que está violando la ley”. Los inmigrantes han convocado una huelga de tres días que afectará sobre todo al sector servicios, en el que trabajan mayoritariamente de manera ilegal y en condiciones precarias.
