Roxana mueve sus piernas, sonríe y mira hacia el techo del foyer de la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño. Observa ansiosa la obra del maestro Jesús Soto, mientras aguanta las ganas de entrar, junto a su madre y su hermanito. Ha venido como todos los años, desde su casa ubicada en la urbanización caraqueña San Bernardino, a ver el ballet El Cascanueces.