Mientras dentro del Parlamento los diputados debaten una moción de censura para sacar del poder al presidente ucraniano y al primer ministro, miles de ciudadanos piden lo mismo fuera del edificio.
Diez días después del inicio de las protestas, el descontento social por la suspensión del acuerdo de asociación con Bruselas se ha transformado en una revuelta masiva contra un Gobierno al que califican de corrupto y mentiroso.
“El Gobierno no inspira ninguna confianza y nunca lo ha hecho en estos últimos tres años dirigidos por Yanukóvich. Tenemos que hacer todo lo posible para echar a este Gobierno y a Yanukóvich”, decía Yuri Yarinovsky, miembro del partido Svoboda.
El Ejecutivo no parece querer dar su brazo a torcer y acusa a la oposición de estar tramando un golpe de Estado encubierto.
Los manifestantes por su parte aseguran que no abandonarán las protestas hasta que no caiga el Gobierno. El domingo cientos de miles de personas llenaron las calles de Kiev bajo el lema “queremos fuera del país a este grupo de mafiosos”.