La ideología nazi mantenía que el trabajo manual duro era la mejor manera no solo de castigar a los opositores intelectuales sino también de “educar” a los alemanes a ser “conscientes racialmente” y apoyar los objetivos raciales del Nacional Socialismo. Desde la creación de los primeros campos de concentración y las instalaciones de detención en el invierno de 1933, los trabajos forzados -- a menudo humillantes y sin sentido, e impuestos sin equipo, ropa, alimentación, y descanso adecuados -- formaron una parte central del régimen de los campos de concentración. Empezando en 1938, los nazis explotaron cada vez más los trabajos forzados de “los enemigos del estado” para obtener ganancias económicas y para satisfacer la escasez de mano de obra. Esta práctica se intensificó en la primavera de 1942, siguiendo cambios en la administración nazi de los campos de concentración.