En 1996, el presidente peruano, Alberto Fujimori, anunció un programa de planificación familiar que en realidad enmascaraba una campaña de esterilizaciones forzadas de 300.000 mujeres, indígenas en su mayoría. Algunas murieron. Muchas quedaron con secuelas físicas y psicológicas, secuelas de las que habla La cicatriz de Paulina y que constituyen uno de los capítulos más oscuros de la historia reciente de Perú.