(Vídeo) JOSE VICENTE HOY Entrevistas en el tiempo a Hugo Chávez (3/4)

2013-07-29 85

Hoy cumpliría 59 años el Comandante. Hace tan solo 4 meses y 24 días que falleció, el 5 de marzo de este año, a las 4:25 de la tarde. Múltiples sentimientos recorrieron al pueblo venezolano cuando se conoció la noticia, pero en la mayoría privó la desolación. Millones de personas acompañaron su cuerpo desde que salió del hospital militar y fue trasladado a la academia militar donde se realizaron las exequias, y luego hasta el cuartel de la montaña donde reposa en el mausoleo concebido por el gran arquitecto venezolano Fruto Vivas. La sensación era que había desaparecido alguien muy próximo a cada uno de nosotros. Que había vivido la vida de cada uno de nosotros. Que resumió la angustia y la esperanza de todos. Porque Hugo Chávez fue, en esencia, un pueblo. Con las virtudes y defectos colectivos y con lo que cotidianamente somos o aspiramos a ser. Fue un líder que no traicionó. Fue el mismo en la calle, en la derrota y en la victoria, y lo más difícil: el mismo en la presidencia de la república. Por eso su legado de vida, de esperanza. No hubo en venezuela liderazgo que resumiera mejor lo que es el venezolano. Liderazgo que trasciende lo político, lo ideológico, lo electoral, para identificarse con las más sensibles manifestaciones del ser humano.Pero a ciertos niveles de opinión, Chávez siempre fue un incomprendido. Me refiero no solo a sus enemigos acérrimos, aquellos que nunca le perdonaron (ni le perdonarán) lo que fue: su audacia, su sentido popular del poder, su capacidad para comunicarse, su singular conexión con el ciudadano de a pie, su lenguaje directo, y lo curioso del caso es que el prejuicio también veló opiniones sobre Chávez de gente con posiciones políticas próximas a las que él representaba.

No es una simple anécdota lo que García Márquez dijera de Chávez recién electo Presidente, el año 99, cuando regresaba de La Habana a Caracas, y el Premio Nobel lo acompañó en el vuelo. Copio: “mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora –escribió Gabo en reportaje que recorrió el mundo–, me estremeció la inspiración de que había viajado conversando con dos hombres opuestos. Uno, a quien la suerte empedernida le ofrecía la posibilidad de salvar al país. Y el otro, un ilusionista que podía pasar a la historia como un déspota más”. El prejuicio de esta opinión salta a la vista. Desde luego, entiendo que el escritor se dejó llevar por un rapto de ligereza, explicable por la avasallante personalidad del líder bolivariano. Porque nada más lejano de lo que fue Hugo Chávez que pensar que encarnaba dos hombres opuestos, uno, un soñador y otro un déspota. Todo lo contrario. Chávez fue un hombre de una sola pieza. Lo confirma su lealtad a un ideario de redención social, su coherencia principista, su perseverancia en la politica que asumió con pasión desbordada y su respeto a la libertad y el autentico concepto de democracia