En estos momentos existían dos métodos para tomar una plaza, hacer rendirse por hambre a los sitiados o asaltar la fortaleza. El primero fue el medio más empleado y, como se alargaba en el tiempo, los sitiadores montaban una grandes instalaciones con tiendas y almacenes, en una zona delimitada y en lugares dominantes. Si no funcionaba se ponía en marcha el asalto. Las defensas de los castillos mejoraban constantemente y, por ello, fue clave desarrollar las técnicas de asedio concebidas para abrir brechas en las murallas y así poder penetrar en las fortalezas. Entre las técnicas de asedio medievales más usuales tenemos lanzadores de proyectiles, las torres de asedio, el ariete, el pavise y el trabuco. La técnica de asedio más básica era la escalera que se desplazaba hasta la muralla por medio de ruedas, aunque se empleaba más la torre de asedio. Éstas se acercaban a las murallas para después extender una plancha por la que los soldados pasaban y se internaban en la fortaleza enemiga.