Existe una tradición turca por la que cuando alguien fallece, se ponen sus zapatos en el exterior de su casa para que regrese.
El miércoles se escenificó este ritual en Galata, cerca del parque Gezi de Estambul, donde hace tres semanas comenzó una pacífica acampada para evitar su destrucción, que fue brutalmente reprimida por la policía.
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